CaixaBank cumple a la perfección con los 7 pecados capitales, «esas inclinaciones del alma que determinan los comportamientos que dañan al ser humano y a quienes lo rodean»
Soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza.
SOBERBIA
La soberbia de la Dirección de CaixaBank. Ese sentimiento de superioridad frente a los demás que provoca un trato distante, nada empático con la realidad que vive su plantilla. La soberbia es la principal culpable de esta insoportable situación. Y ¿quiénes son los ejecutores de este plan que está machacando a la red comercial? Pues los DTs, DCs y resto de mandos intermedios, sean del grupo de negocio que sean.
AVARICIA
La avaricia es el pecado que está destrozando a CaixaBank ya que lo único que importa para el equipo directivo es llenarse los bolsillos con desproporcionados bonus e incentivos, sin preocuparse por la calidad del negocio.
Los jefes, esos que sin vender ni un solo producto se llevan el 90% de los incentivos.
Y cuanto más jefe, más te llevas.
En esta empresa se ha instaurado una estructura piramidal lo cual provoca que los de arriba ganen un pastizal simplemente por azuzar a la plebe, mientras que a los empleados nos limitan con importes ridículos cuando somos los que generamos la mayor parte del negocio.
Avaricia es lo que abunda entre los jefes porque si no,
¿qué sentido tiene publicar unas bases cuando se exigen importes muy superiores?
¿Para qué se implementan unas recurrencias con retos prorrateados si luego los Delegados Territoriales exigen el 100% de todo el año en la primera semana de esas recurrencias?
¿Para qué siguen exigiendo crecimientos de negocio en campañas que ya se han cumplido unos meses antes del 31 de diciembre?
LUJURIA
La lujuria no deja de ser un un deseo incontrolado de poder y dinero y si para ello debemos «mal vender», debemos «colocar cacharritos» y no orientar la venta a las necesidades de los clientes, así se hará.
La lujuria tiene que ver con una visión a corto plazo en los negocios. Sólo importa obtener ganancias para los accionistas a costa de perjudicar a otras partes interesadas como clientes y empleados
¿os suena?
IRA
Ira es lo que están provocando en su plantilla. Absoluta rabia por cómo se le trata.
Ustedes están alentando a la desmotivación, el descontento, la frustración, la incertidumbre, el estrés y la impotencia, y eso, ha generado que desaparezca el sentido de pertenencia a la empresa.
GULA
La gula dentro de CaixaBank se refleja en la excesiva carga operativa que sufren las oficinas y, por supuesto, en las excesivas reuniones tanto dentro del horario laboral como fuera, potenciado por la necesidad de tener que estar conectados permanentemente e imposibilitando la conciliación de la vida laboral con la personal.
ENVIDIA
Esta empresa genera envidia con la competición, con sus eternos e irritantes rankings. No les vale que la plantilla venda, venda y venda, los jefes necesitan que sus empleados vendan más que el resto, que una DAN esté por encima de la otra y que la DT sea la reina coronada por la Alta Dirección.
Exponen en reuniones a los empleados que no cumplen con los objetivos, que no van bien en la campaña de turno y eso ni motiva ni genera empatía con el resto de compañeros.
¡Y QUÉ DECIR DEL MALÉFICO IEC!
PEREZA
La pereza es cuando nuestros directivos no cumplen con la responsabilidad de cuidar a su plantilla, porque la tienen olvidada y abandonada.
¿Y esto qué está provocando? Confrontación con los clientes, malas praxis de ventas con sus correspondientes eliminaciones de cobro de incentivos, auditorías con sanciones graves o muy graves y, sobre todo, el deterioro de nuestra salud.
Pasotismo de los directivos hacia su plantilla, pasotismo sobre el nefasto clima laboral, pasotismo en intentar cambiar las cosas…
La plantilla quiere acciones en lugar de intenciones
Tras las manifestaciones de 2021, junto con la contundente respuesta por parte de la plantilla a través de las encuestas de satisfacción, la Dirección de CaixaBank nos insistió en que
“las cosas iban a cambiar”
Hoy podemos afirmar que lo único que ha cambiado son los importes de los incentivos que se llevan los jefes, porque la situación de los empleados cada vez es peor.
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