En estos días venimos asistiendo a algo insólito en nuestra empresa. Los que llevamos tiempo aquí no damos crédito a cómo ha cambiado, no sólo el modelo de negocio, que creemos lógico con los cambios sociales, sino el modelo laboral.

Hemos pasado de ser la empresa en la que quería trabajar todo el mundo, la meca de las entidades, a sentir que trabajamos en un campo de concentración.

Sí, Señores de la Dirección, la calidad del servicio, el asesoramiento, los pilares sobre los que se sustentaba nuestro trabajo y que tan buenos resultados nos ha dado, se han venido abajo y lo que estamos viviendo en esta DT más se parece a los trabajos forzados propios de épocas pasadas.

Porque que 110 personas de nuestro territorio quieran salir corriendo en los tiempos que vivimos, no es para estar orgulloso precisamente. 110 profesionales que lo han dado todo por nuestra Entidad, en los que se ha invertido mucho y que en la mayoría de los casos han sido un ejemplo de profesionalidad, esfuerzo e ilusión.

110 compañeros que han dicho hasta aquí he llegado.

Aunque por desgracia somos muchos más los que estamos al límite y decimos basta ya a esta locura: los que queremos que nos dejen trabajar y dar un servicio de calidad, los que nos sentimos ahogados por la presión abrumadora, la falta de liderazgo y la poca profesionalidad que demuestran los que nos dirigen, cuando nos obligan, por ejemplo, a reportar diariamente las ventas de un producto que ni siquiera ha comenzado a comercializarse y del que no existe ficha.

Nos preguntamos qué diría el regulador y qué hace Cumplimiento Normativo al respecto.

Reportes diarios, hojas Excel, compromisos, reuniones, live meeting a todas horas y para colmo cursos solapados con exámenes que no tenemos tiempo de preparar. Presión que nos lleva a cometer errores que para la empresa son imperdonables y que dejan al empleado solo y vulnerable ante situaciones provocadas por quienes luego se ponen de perfil cuando necesitamos su ayuda.

Desde SECB queremos transmitir nuestra más profunda preocupación por el camino que se está tomando. Un modelo de presión en el que sólo prima el ranking de campaña, el no me importa cómo sino cuánto y en la cultura de la amenaza y el miedo a lo que pueda venir, no es un modelo de futuro.

Los profesionales que aquí seguimos trabajando exigimos un modelo que aúne rentabilidad, calidad y profesionalidad teniendo en cuenta a las personas que pueden hacerlo posible.