Distan muchos años de aquel  1º de mayo de  1886  en el que los llamados «Mártires de Chicago» fueron ejecutados en Estados Unidos por demandar la reducción de la jornada laboral a 8 horas, ya que solían trabajar hasta 16 horas diarias.

Hace ya siete años que el Gobierno despejó de un plumazo las dificultades que los empresarios encontraban a la hora de tramitar despidos colectivos: amplíó las causas objetivas para que se pudieran acoger a este modelo de despido, eliminó la autorización previa y también aceleró la tramitación.

La Reforma Laboral facilitó y formalizó los ERE EXPRESS.

Y aquí nos encontramos otra vez: 1 de mayo de 2019 en medio de otro procedimiento de ERE en Caixabank tras dos años de resultados sin precedentes…

Aunque ahora no ejecutamos a los trabajadores literalmente, tenemos al dirigente del revólver cargado de balas de “fuego” sobre los gestores, responsables y directivos para recordarles que siguen “vivos” dentro de la empresa, y así de forma escalonada dentro de la propia estructura organizativa, dado que, de un momento a otro, la acción puede cambiar.

Las transformaciones a las que nos vemos sometidos, necesariamente, traen asociadas nuevas formas de organización del trabajo, y CaixaBank no puede eludir  que los cambios en la organización del trabajo pueden causar problemas psicosociales (por ejemplo, inseguridad, menoscabo de la privacidad y del tiempo de descanso, o una protección inadecuada en materia de seguridad y salud en el trabajo y de protección social) y horarios de trabajo excesivos.

Los riesgos psicosociales son uno de los problemas crecientes que se observa derivados de las nuevas formas de organización del trabajo.

Así, el Informe emitido por la OIT con ocasión del Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo el pasado 28 de abril, establece que “La meta 8.8 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible Proteger los derechos laborales y promover un entorno de trabajo seguro y sin riesgos para todos los trabajadores (…).