Durante estos últimos meses hemos vivido una de las circunstancias más especiales y graves de los últimos 100 años. La pandemia del COVID-19 ha arrasado las economías de todo el mundo además de cobrarse un elevado precio en vidas humanas.
En estos tiempos de los que desgraciadamente todavía no hemos salido, nuestros clientes, como el resto de la población, han sufrido unas consecuencias familiares y económicas que se van a prolongar durante mucho tiempo.
Y ante este desastre global,
¿qué medidas ha tomado nuestro DT para cuidar a su equipo?
Mantener los objetivos de negocio en
todos los frentes a pesar del parón económico.
Presión, presión, látigo y látigo como si no hubiese pasado nada.
Y así, desde hace más de 10 años.
Teletrabajo: no para quien lo necesita sino para quien
le conviene a la dirección. INCREÍBLE pero cierto.
Medidas de conciliación de cara a la galería que
desde la DT animan a no solicitar.
Vacaciones: se deben coger cuando quiere el DT
no cuando las necesitemos. Faltaría más.
Control horario: el despropósito viene desde el inicio.
Hay que hacer horas extra pero que no se nos ocurra registrarlas
en el sistema no vaya a ser que el DT se disguste. ¿FRAUDE?
Constantes amenazas veladas (o no tan veladas) de cierre de oficinas, destituciones, etc. El argumento perfecto de cualquier directivo del siglo XXI.
Y la pregunta es, ¿QUÉ HARÍA UN LIDER?
Principalmente, cuidar el factor diferencial de éxito de su organización, la plantilla. Sí, esas personas que han permanecido de sol a sol en sus puestos de trabajo arreglando los desaguisados del ICO, de las moratorias, atendiendo a los clientes que acudían sin rumbo pidiendo ayuda, y que han puesto en juego su salud y la de sus familiares trabajando en muchos casos y durante mucho tiempo sin las más mínimas garantías de protección.
Como ha dicho recientemente en una entrevista el guru del management TOM PETERS hablando de los líderes actuales, “este es el momento de nuestras vidas por el que seréis recordados y en el que el carácter y humanidad de cada cual emergen… o no». Y sólo cabe añadir que ahora vemos las diferencias entre un verdadero líder y un simple caudillo… casi emérito.
