En estos últimos días en CaixaBank no hemos sido ni Ana, ni Maria ni Pedro, tras la firma del Acuerdo del ERE hemos sido colectivo A, B o C. En las oficinas, en los pasillos de las D.T., en todos los sitios, solo se ha hablado de una cosa:
¿Eres A? ¡Qué suerte! ¡Entonces te vas!
¡Cómo me gustaría tener 10 años
más para poder marcharme!
Se quiere ir hasta Victor Sauler
Hoy ya conocemos los datos de adhesión al ERE. Dicen que ha sido un rotundo éxito ya que, para un ERE previsto para 2.023 personas, se han apuntado...
2.971, ¡casi 1.000 personas más!
Pero esto es un éxito ¿para quién? ¿Para la empresa que pensaba que no se llegaría a esta cifra? ¿Para los sindicatos firmantes que han sabido negociar unas buenas salidas? o ¿para todos aquellos empleados que están hasta el moño de trabajar en esta empresa por tantas y tantas razones que nos ha dado en los últimos tiempos esta nueva Dirección?
Pues seguramente todos estarán contentos, aunque hay alguien que tendría que hacer una reflexión: Señores de Dirección, háganselo mirar. Sus empleados no quieren seguir trabajando en esta Entidad. Sus presiones y mala gestión del personal esta acabando con la salud, física y mental de sus empleados.
Todo el mundo quiere salir corriendo.
Cuando la empresa comunique qué adhesiones son las afortunadas tendremos dos reacciones: la de la profunda alegría y la de 1.000 personas con la tristeza más absoluta. Tristeza porque no se pueden ir. ¿Hay algo más triste para una empresa que sus trabajadores no se quieran quedar?
Todos los compañeros que se irán con el ERE, se lo merecen y mucho. Han contribuido a construir esta Entidad, que por un lado nos ha dado mucho y últimamente nos lo está quitando a golpe de presión, objetivos inalcanzables, mano dura, políticas comerciales equivocadas y sanciones de auditoria extremas.
Lo preocupante es que la mayoría de los empleados se quieren evaporar porque no aguantan más y corren despavoridos hacia la puerta de salida. Si los empleados que han luchado por sacar las cuentas del banco se quieren ir y los que no lo van a poder hacer lloran por las esquinas,
es evidente que desde la Entidad algo
no se está haciendo bien.
Cada vez hay más casos de estrés y depresión entre los empleados. Hoy nadie quiere ascender ni ocupar puestos de responsabilidad, porque eso supone no poder vivir y no poder conciliar y todo por prácticamente el mismo salario.
Fuga de talentos
La Dirección debería reflexionar ante esta fuga de talentos, que no pueden permanecer más aquí, porque trabajar hoy en CaixaBank es como transitar por un ”campo de minas“, por un planeta en el que falta el oxigeno. Esta Entidad debe saber que:
la fuga de talentos es un virus que asola a las organizaciones mal gestionadas.
En esta era de cambios constantes, CaixaBank, sus directivos y los responsables de las áreas de Recursos Humanos tienen que reescribir las reglas de organización, desarrollo y gestión para poder para hacer una entidad atractiva y retener a una fuerza laboral líder en el sector.