Da el parón navideño en la Ciudad para la conjetura,
el análisis y la desesperación…
Y es que, por más vueltas que le damos, no vemos hacia dónde vamos…
y nos preocupa.
Y es que, a riesgo de ser pueriles, una reflexión ‘a bulto’ nos dice que los números no pueden salir: pago de alquileres astronómicos, reformas faraónicas, locales cerrados sin vender, penalizaciones por incumplimiento de contratos de alquiler y una oficina de 3000 m2 en la que se oye el silencio…
¿Reducción de
costes operativos?
Y los empleados aguantando las genialidades de sus capataces para vender lo invendible… Y los clientes, los mismos, pero cansados de que les apabullen y les obliguen a cambiar sus hábitos.
Estas lindezas ocurren en un mundo, al que llamaremos el de Los Hunos. Los Hunos, que remataron el Imperio Romano. Y luego está el otro mundo, el de Los Otros.
Los Otros torturan los números para que salgan, practican la contabilidad creativa, recortan, pintan y colorean planes estratégicos, intentan convencer a mercados y supervisores, hacen road-shows, presentaciones de resultados y webcasts, e intentan moderar la vorágine de las hordas bárbaras.
Para Los Hunos, «los vivos» son ellos…
y Los Otros simplemente están ahí.