Atrás quedaron los días donde los directivos sabían el funcionamiento de las oficinas, que motivaban a la plantilla, que hacían un seguimiento y análisis de la cuenta de resultados de cada oficina y dejaban que los responsables de las mismas se planificaran y gestionaran sus carteras de clientes para alcanzar la consecución de los mismos.
Sin embargo, la realidad de hoy para todos los que nos sentíamos orgullosos de pertenecer a esta empresa, se ha convertido en un “cortoplacismo” basado en campañas comerciales, una detrás de otra.
Para colmo, como no teníamos ya suficiente presión, llegó el AVE, convirtiéndose en la ansiada herramienta para los nuevos directivos, dotándola de una prioridad absoluta obligando a realizar 12 contactos planificados diarios por empleado.
Da igual que estés en caja y atendiendo hasta las 11:00h, que tengas que cuadrar, rellenar el cajero, arquear y coger el teléfono… eso da lo mismo, hay que hacer 12 acciones comerciales, pero no cualquiera, no, tienen que ser de valor.
Cada día lo tenemos más claro,
ya hacen ustedes porque lo tengamos.
Todo es negocio, aquí no tienen valor las personas.
Trabajamos en una empresa en la que la voluntariedad brilla por su ausencia (incluso obligando a apuntarse a las plazas de la Obra Social convirtiendo algo voluntario en obligatorio y con objetivos), en la que todo tiene que ir acompañado de presión, en la que las malas formas, la descortesía, las zancadillas, trampas, el mirar hacia otro lado cuando realmente tienes un problema, el agotamiento y el estrés, son las puntas de nuestra maravillosa «estrella».
Pues mal vamos…
Sepan que al final del día, todos somos personas. Entiendan de una vez que somos más que números. Somos personas que merecemos un entorno laboral adecuado que nos permita desarrollar nuestra actividad profesional y poderla conciliar con nuestra vida familiar.